Cuáles son las razones de la sostenida demanda por materiales de construcción
La inversión en ladrillo se consolida y agota los stocks. Hay dólares en plaza, pero también pesos —relegados por las limitaciones de la cuarentena— que encuentran cauce en ampliaciones y mejoras.
Según los consultados, el 60 % de los precios de los productos de construcción está atado al dólar. / Fotos: Rodrigo García, Pablo Presti y Emmanuel Briane-La Nueva.
“Hay un afán de la gente para comprar, para pagar en forma anticipada; incluso, para dejarnos el material y esperar. Entiendo que es una forma de salvaguardar los ahorros en este momento”.
La declaración de Alberto Delmont, vicepresidente de Codimat, refleja uno de los perfiles que explican el fenómeno que va a contramano de la crisis de la mayoría de los sectores involucrados en la economía y en la actividad productiva.
La mayoría de los referentes consultados por La Nueva., que están relacionados con los materiales de construcción, coinciden en el crecimiento del volumen de ventas y en su sostenimiento, más allá de que las comparaciones, respecto de un año complejo como 2019, acaso no sean las adecuadas.
“Notamos que, mayormente, el consumo no es hacia viviendas, o eventuales planes, porque hace muchos años que no se hacen, sino más bien se orienta a industrias, como depósitos o galpones”, agregó.
Alberto Delmont, de Codimat.
“En este sentido, vemos que un 60 % de las ventas se destina a clientes de la región, cuando antes era el 50 %. Esto tiene explicación por la demanda del sector agropecuario”, dijo.
Delmont, al tiempo que agregó que no puede dejarse de lado el modo especulativo.
“El 60 % de los productos que comercializamos, tanto para la compra como para la venta, está dolarizado al tipo de cambio oficial. Entonces, si bien ha aumentado el dólar y estos precios van siguiendo esa evolución, hoy es accesible construir o consumir materiales que estén relacionados con lo metalúrgico, como chapas, caños, hierros, alambres, tubos o perfiles. Este es el segmento donde apreciamos el mayor incremento”, explicó.
“Pero también en el resto. Se ha producido una demanda inimaginable cuando comenzó la pandemia, porque se había cerrado la obra privada y sólo atendíamos la pública y a algunos particulares”, afirmó.
“Cuando retornó la obra privada hubo un salto importante, claramente evidenciado en junio y en julio”, acotó.
“También hay una abundancia de pesos en el mercado y, del mismo modo, otra gente que contaba con dólares ahora los ha comercializado con una referencia por encima de los 135 pesos y compra materiales a una moneda oficial del orden de los $ 77”, dijo.
“Es decir, hoy, quien tiene dólares puede construir al 30 % más barato. Y porque la mano de obra no aumentó, ya que las paritarias están cerradas desde hace ocho meses”, sostuvo.
Delmont admitió que la firma siempre trabaja con importantes stocks y que, en esta coyuntura, se ha visto favorecida.
Respecto del volumen de ventas comentó que están mejor respecto del año pasado.
“Pero no hay que olvidarse que 2019 fue muy malo, con valores bajos y con ventas en un 60 % respecto de 2015, que fue muy bueno. Pero sí, estamos mejor en el interanual respecto de julio de 2019. ¿Cuánto? Acaso un 20 % más”, precisó.
En cuanto a los precios, Delmont dijo que el 60 % de los productos de construcción está atado al dólar.
También que, desde este enero y hasta el comienzo de la pandemia, subieron el 5,4 %. Y que, desde el mismo mes hasta mediados del corriente, se incrementaron el 22,7 %.
Es decir, los productos metalúrgicos —que son el 60 % del total de la venta de la empresa— tuvieron un alza de alrededor del 25 % en poco más de siete meses.
Para el mismo período, como referencia, el cemento subió el 20 %; el ladrillo hueco, 28 %; los sanitarios, 28 %; el durlock, 19 % y las pinturas, que venían con un importante retraso, 30 %.
La inflación en este período —de acuerdo con el Indec— ha sido del 14,7 % de enero a julio: 2,3 %; 2 %; 3,3 %; 1,5 %; 1,5 %; 2,2 % y 1,9 %.
“¿Lo que más se vende? Es bastante parejo. Y, si bien hay provisión de todos los materiales, existen demoras en casos puntuales”, expresó.
“Uno de ellos es por los ladrillos huecos, por problemas importantes con las fábricas. Por ejemplo, Loimar, de Tandil, cerró. Palmar, de Mar del Plata, recién volvió a trabajar y entregó un equipo después de cuatro meses. Cerro Negro no provee y el único que está trabajando a medias es Losa, de Olavarría”, explicó.
“¿El futuro? No lo sé. Nosotros llevamos 55 años en el rubro y esta situación es inédita. Si es por el dinero que hay en el mercado, insisto, creo que la demanda va a seguir”, auguró Delmont.
“Hay gente que tiene dólares y quiere invertirlos. El nuestro es un sector que se ubica luego de la alimentación y de la salud. Por eso el material y la construcción son un refugio”, sostuvo.
“No existen muchas alternativas de inversión. No hay bonos atractivos, las tasas (de interés) tampoco, no podés trasladarte y, si cambiás el auto, no podés viajar”, aseveró.
“Otra alternativa es poner los dólares en un cajón, pero para quien mira un poco más allá el ladrillo es invertir en algo que no se le desvaloriza, no se lo roban y demás”, concluyó Delmont.
El ladrillo de 18
“Las ventas vienen bien. Por ejemplo, junio cerró mejor respecto del año pasado”, dijo Gabriela Piñeiro, de Promar.
“En un principio pensamos que era la persona que estaba en su casa, que no gastaba porque no podía salir a comer a un restorán, ni viajar y, entonces, decidía hacerse un baño, una ampliación u otros arreglos postergados”, agregó.
“Pero luego la demanda se mantuvo. Y se sostiene, aunque no tenemos una certeza del por qué”, admitió Piñeiro.
“¿Cómo una forma de inversión? Puede ser. También por las variaciones del dólar, porque la gente viene, compra y lo paga, aunque el producto no esté. Y dice que lo viene a buscar cuando llegue al depósito”, expresó.
“Sí creo que comprar materiales es una forma de protegerse por una eventual inflación”, dijo.
“Porque todos los días llegan nuevas listas con incrementos de precio. Por semana calculamos un 2 % o un 3 %. Si por ahí alguna empresa no remarca, al mes apreciamos que subió un 20 %”, contó.
“Podemos entenderlo, pero no deja de ser difícil a la hora de comunicárselo a los clientes”, aseguró.
Con la reanudación de las grandes obras, tras los primeros días de cuarentena, Piñeiro aseguró que, ahora, están un poco “frenados por la poca entrega de mercadería” de parte de los proveedores.
“Hay fábricas que están trabajando a media máquina. Muchas son del Gran Buenos Aires, donde hubo casos de coronavirus y se debió aislar a la gente. Eso afectó, y lo hace aún, a la producción”, contó.
“Solemos trabajar con stocks, pero ya se vendieron y hay determinados productos que no tenemos. En muchos casos, la gente tiene que adaptarse a lo que haya en ese momento”, añadió.
Piñeiro agregó que tampoco pueden dar fechas ciertas de entrega a los clientes, lo que provoca una inevitable incertidumbre.
También aludió al producto de mayor demanda.
“Lo que en un momento colapsó en (faltante en) Bahía Blanca fueron los ladrillos (hueco) de 18. Ahora está todo un poco más estabilizado. Fue un tema de fábricas y hubo problemas para conseguir en toda la plaza”, explicó.
La firma estuvo cerrada durante 15 días durante marzo por la cuarentena, pero fue retomando un ritmo que, hoy, a excepción de los cumplimientos de los protocolos, posibilita una actividad casi normal.
Como otras empresas del rubro, poseen un sistema de acopio, donde los clientes compran por determinado monto de dinero y, luego, retiran los materiales de acuerdo con sus necesidades.
En cuanto al futuro, Piñeiro sostuvo que es probable que la demanda se mantenga y, en tal sentido, están trabajando en la implementación de un sistema online.
“Lo estábamos desarrollando y llegamos un poco tarde. Ahora se disparó la demanda y trabajamos en eso. Pero queremos hacerlo bien, más que nada por el tema de los stocks”, afirmó.
El efecto rebote
“Nuestro volumen de ventas ha sido cambiante”, definió Marcelo González Aloisio, de Tecnobahía.
“Al principio el consumo era para productos domésticos, pero luego se empezó a ver algo más importante con el regreso al trabajo en las obras que se habían detenido desde el inicio de la cuarentena”, agregó.
González Aloisio admitió que hubo semanas en que se sorprendieron con el constante movimiento en la firma, pero que en otras la demanda estuvo más tranquila.
“Insisto: no es algo constante, pero en general ha ido mejorando. ¿En estos días? Es algo lento, pero se mueve”, aseguró.
“Para el sector, en este contexto, es bueno lo que está sucediendo en cuanto a ventas, pero siempre hay que analizarlo en comparación”, aclaró.
Marcelo González Aloisio, de Tecnobahía.
“Si vamos a cinco años atrás, estamos muy por debajo. Y con respecto al año 2019, en esta misma fecha, ahora decimos que hemos tocado fondo y estamos rebotando”, explicó.
González Aloisio también expuso sus razones para este movimiento en el sector de la construcción.
“Entiendo que mucha gente advirtió el tema del dólar. Al subir, quienes disponen de esa moneda por ahí prefieren invertir en construcción”, dijo.
“Otra lectura es que la gente no puede viajar, no tiene reuniones sociales, no compra ropa y por eso invierte en ladrillo”, indicó.
“Está mirando la casa todo el día y se da cuenta de que podría hacerle algunas cosas. Es una cuestión de bienestar familiar también”, compartió.
“Son muchos los motivos de la demanda. Pero a los efectos de invertir, sin dudas. El ladrillo no da grandes márgenes, pero es muy noble”, definió.
Respecto de los precios de los materiales, González Aloisio comentó que están en constante alza.
“Es inaudito, porque se podría suponer que si no hay tanta venta no deberían subir, pero en general aumentan todos. Sí, de todos modos, hay que hacer la salvedad de que muchos se reflejan respecto del dólar”, sostuvo.
Admitió, asimismo, que al principio de la cuarentena hubo faltantes de algunos productos.
“Las fábricas están en el Gran Buenos Aires y no todo el personal podía ir a trabajar. Los problemas de provisión se dieron en los primeros dos meses y medio, pero luego se normalizó. Hoy sólo hay casos puntuales”, aseveró.
“¿El futuro? Somos optimistas, porque lo que hacemos es trabajar. Y en eso no paramos y seguimos empujando”, concluyó González Aloisio.
Fuente: La Nueva (Bahia Blanca)
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