Duro diagnóstico del sector inmobiliario sobre la marcha de los negocios
La actividad inmobiliaria tiene mucho potencial, pero no atraviesa su mejor momento.
«Sin crédito, no hay mercado inmobiliario», es una frase que viene sonando hace tiempo en el sector y los indicadores lo demuestran con un nivel de escrituras que representa la mitad que hace un año y una caída que se amplifica al 90% si solo se toman las operaciones de compraventa con préstamos. Y el inversor también está retirado por la incertidumbre del año electoral, lo que solo deja lugar a los desarrollos premium, que no representan un gran volumen.
“No vemos una reactivación en el corto plazo. Los inversores que captamos invierten un montón de plata en cada ficha, cada ticket y hoy hay mucha sensibilidad por las elecciones e incertidumbre. El inversor está frío y los desarrollos están en caída. No se reducen a cero, pero hay segmentos que salen de escena: claramente los que dependen del crédito», consideró el presidente de la Cámara Empresaria de Desarrolladores Urbanos (CEDU), Damián Tabakman, que agregó que sobreviven los sectores más altos, pero acotados en actividad.
«Si vos mirás el número de escrituras y los permisos de obra estamos en una situación que no quisiéramos tener», completó durante la presentación de un informe sobre el impacto del desarrollo inmobiliario, realizado por la universidad Torcuato Di Tella y la desarrolladora Eidico.
En el evento también estuvo presente el secretario de Vivienda, Iván Kerr, que recogió el guante y dijo que no se puede negar la realidad, pero que el gobierno de Mauricio Macri ha hecho una inversión histórica en infraestructura y hay que ver cómo se transforma eso en obra pública.
“Sin estabilidad macro es difícil que haya estabilidad para el ahorro. Con el Procrear entregamos 25.000 viviendas y estamos viendo cómo hacemos cosas nuevas y distintas como licitar terrenos públicos para que luego otros construyan apalancados en financiamiento. Ya cerró la inscripción para los 10.000 créditos Procrear y hubo 73.000 inscriptos. Queremos hacer un llamado más este año, pero para eso tienen que bajar las tasas de interés», explicó.
Por su parte, Patricio Lanusse, director de Asuntos Públicos de Eidico, coincidió en que la macroeconomía «no está fácil» y la actividad inmobiliaria, como otras, necesita estabilidad, pero que siempre hay oportunidades por el déficit habitacional que hay en la Argentina.
«Somos optimistas. Estamos orgullosos de nuestros números en cuanto al impacto que tenemos en las comunidades. Tenemos propuestas diferentes con el foco puesto en la primera vivienda. Falta que se estabilice la macro, pero se están sentando las bases», consideró.
Entre las principales conclusiones, el informe muestra que este sector tiene un potencial mucho más alto en los países en desarrollo que en los desarrollados, porque suele suplir fallas del mercado y del propio Estado, como por ejemplo a través del desarrollo de infraestructura -en 2018 la inversión en ese rubro en los proyectos de las empresas que componen la CEDU en la provincia de Buenos Aires ascendió a más de US$800 millones- calles, red de agua, gas y tendido eléctrico, entre otras cosas. Esto, sumado a la falta de crédito que hace que también muchas veces los desarrolladores tengan que proveer servicios financieros.
«Lo interesante del sector es que tiene un efecto directo muy importante y un efecto multiplicador aún más significativo», explicó Sebastián Auguste, investigador de la Di Tella a cargo del estudio y agregó que «el desarrollo inmobiliario estimula la economía de manera indirecta, a través del impacto en el valor agregado de la compra de bienes y servicios. También contribuye al fisco a través de varios impuestos en los que se exponen los bienes raíces y la actividad económica que genera. Además, tiene un efecto positivo sobre el empleo, ya que la construcción es empleo-intensiva, por lo que tiene una alta tasa de conversión en puestos de trabajo».
Si se toma como ejemplo Eidico, un típico proyecto de la empresa de 250 lotes requiere más de 100 personas distintas para las diferentes labores de infraestructura y ocho empleados administrativos durante la duración de la obra, de aproximadamente dos años y medio. En la parte civil se estima que la construcción de las casas genera casi 1200 puestos de trabajo (por los meses que dura una construcción típica, entre 10 y 12, lo que da un ratio de seis obreros año por casa de 150 metros). Y si esto lo trasladamos a todos los desarrollos en curso a 2018 de las empresas que componen la CEDU en provincia de Buenos Aires, la mano de obra empleada total es más de 6000 personas. Si se considera la mano de obra a contratar esta cifra asciende a 20.339 personas.
Fuente: La Nación
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