Norman Anderson: «proteger las obras públicas de la política»
Para el consultor norteamericano en infraestructura estratégica, las obras públicas deben estar «protegidas de la política»
Dicen que el Banco de Desarrollo de América Latina (ex CAF) lo sigue a donde va. El Foro de Davos lo tiene como referente del capítulo de Infraestructura. Y es quien diseña el plan de esa materia para los Estados Unidos, gane el partido republicano o el demócrata, porque para eso lo contrataron 100 funcionarios y 100 CEO, dado que, según dice, «la infraestructura no tiene color político, tiene que servirle a la gente y al país». Hace 14 años organiza un foro global donde se eligen los proyectos de infraestructura más relevantes para desarrollar y financiar. Luego llevó la iniciativa a los Estados Unidos. Y consciente de la demanda insatisfecha regional, organizó la edición latinoamericana. Desde el miércoles y hasta el viernes próximos se realizará por primera vez en la Argentina el Foro de Liderazgo en Infraestructura. Ministros y gobernadores del país se reunirán en el Hotel Alvear con más de 500 empresarios (la mitad extranjeros) para identificar los proyectos estratégica prioritarios para el país. «Somos un agente catalizador de alianzas público-privadas», destacó Norman Anderson, presidente del foro y de CEO de CG/LA Infrastructure, en diálogo con LA NACION.
-¿Qué determina que un proyecto de infraestructura se ejecute y no quede en la nada?
-Los proyectos necesitan a sus líderes, sus campeones, por eso éste es un foro de liderazgo en infraestructura. En segundo lugar, este líder debe ayudar a que la gente visualice el beneficio del proyecto, vea cómo le va a mejorar su calidad de vida, cuánto empleo creará y cómo ayudará a desarrollar la competitividad del país. Liderar un proyecto de infraestructura es mucho más que una tarea técnica, conseguir el financiamiento y resolver las cuestiones contractuales. Hay una misión de relaciones públicas que consiste en lograr que la gente sienta que el proyecto es importante para ellos.
-¿Hay un déficit de liderazgo en la ejecución de estos proyectos en la Argentina?
-Creo que no. La Argentina tiene excelentes recursos humanos y es el país de América latina con más chances reales de desarrollar una industria de la infraestructura en los próximos tres años. Es un país con una demanda reprimida que necesita invertir al menos 5% de su PBI en infraestructura.
– Según el grado de desarrollo del país, ¿a qué proyectos le daría prioridad?
-Yo pienso estratégicamente. Sería ideal un desarrollo simultáneo de todas las áreas. Pero invertiría mucho en el agua y su tratamiento. Luego pensaría en hacer competitivo al país y ahí entra la logística para terminar con eso de que es más caro traer un contenedor desde Córdoba a Buenos Aires que enviarlo de aquí a China. Esto debe solucionarse. Y la mejor forma es lograr que las empresas constructoras se integren en el área de la logística. En tercer lugar, pensaría en cómo bajar los precios de la energía para complementar el trabajo logístico de lograr una economía más competitiva.
-¿Qué hay que hacer cuando, a pesar tener un diagnóstico claro, un cambio de gobierno trae consigo un cambio en los proyectos?
-Este es un problema en todo el mundo. En los Estados Unidos, por ejemplo, un proyecto promedio tarda nueve años para conseguir los permisos, y los candidatos hablan ahora de obras de infraestructura que no se pondrán en marcha hasta mucho tiempo después de que terminen sus mandatos. Por eso, uno de los desafíos más importantes para los gobiernos es proteger a los proyectos de la política. Hay que desarrollar una industria de la infraestructura al margen de la política. Y esto incluye construir una burocracia, es decir, una capacidad institucional dedicada a mantener los proyectos listos para ser ejecutados con los cambios de gobierno.
-¿Cuál es la diferencia entre obra pública e infraestructura?
-Hablar de obra pública es pensar en un horizonte cortoplacista, de dos años. La infraestructura estratégica implica entre tres y cinco años de estudio y otros cuatro para terminar el proyecto. De esto se trata el tener una visión de país a futuro. La infraestructura estratégica es un mix entre la visión y el impulso político y la capacidad institucional de cuidar esos proyectos.
-La Argentina es un caso testigo de cómo la obra pública está asociada a la corrupción. ¿Cómo se protegen entonces estos proyectos?
Es imposible lograr un grado de inversión del 5% del PBI si hay corrupción. El acceso de todos a la información, para poder entender y comparar los costos de una obra, es fundamental. La transparencia siempre es un desincentivo para los corruptos. Este es un fenómeno global. Hay una empresa australiana que viene al foro que desarrolló un software a través del cual se coordinan proyectos con 1400 subcontratistas y los datos están disponibles para todos. Ningún país puede hacer funcionar una iniciativa fuerte de infraestructura si la corrupción está presente.
-¿Recomienda una burguesía nacional fuerte en materia de infraestructura?
Creo que cada país debe desarrollar su industria nacional de infraestructura. Sobre todo en materia de ingeniería, porque son obras para los hijos y los nietos, y porque es un gran vehículo para el desarrollo de infinidad de pymes que luego podrán exportar sus productos y servicios.
-¿Podría mencionar tres aciertos y tres errores a la hora de encarar proyectos de infraestructura estratégica?
El primer acierto es dar con el líder del proyecto. El segundo, un programa de recapacitación del sector público, porque tiene un papel insustituible en el desarrollo de las obras, la credibilidad y la transparencia. Y el tercero es lograr asegurar el carácter prioritario, con resultados fijados y concretados. Agregaría además contar con la visión suficiente para la selección de los proyectos. En cuanto a los errores, hablaría de lo que mata estos proyectos: en primer lugar, la corrupción; luego, la ansiedad política y el apuro: los proyectos deben estar bien estudiados antes de su ejecución; por último, si los proyectos no prosperan es porque no se hizo un buen trabajo de relaciones públicas para mostrar los beneficios reales y tangibles. Canadá, por ejemplo, tiene un programa de infraestructura muy robusto y siempre empiezan por las relaciones públicas para sondear la respuesta del público.
-¿Cómo se logra sostener los proyectos con presupuestos que son anuales y sometidos a revisiones permanentes?
En los Estados Unidos conseguimos ahora por primera vez en 12 años un presupuesto a tres años. Pero antes era de seis y no tenía nada que ver con el ciclo político. El cortoplacismo es un problema argentino y atenta contra la industria de infraestructura estratégica, porque las empresas necesitan planificar, lo mismo que el Estado, por supuesto. Los presupuestos anuales no tienen ningún sentido en el mundo moderno.
-¿El Foro elige proyectos para financiarlos y desarrollarlos?
-Este año vamos a identificar los 25 proyectos más importantes para el crecimiento de la Argentina. Esperamos a más de 500 empresarios, la mitad de afuera, y los juntamos con la banca, empresas de ingeniería, construcción y tecnología. Estarán presentes desde la CAF y el BID hasta empresas como Cisco. Es como hacer un soufflé (ríe), los juntamos y los cocinamos.
-Luego de identificados, ¿se ponen en marcha?
-Es la idea. El primer día hablarán los ministros. Luego, tendremos un módulo del Foro Económico Mundial sobre la aceleración de la infraestructura en la Argentina; y, por último, talleres sobre ciudades inteligentes y alianzas público-privadas. Al otro día hablarán los gobernadores y se irán presentando los proyectos. E invitamos al presidente [Mauricio] Macri para que cierre el evento.
-¿Con qué criterio se eligen los proyectos?
-Es un trabajo de seis meses y arrancamos por el criterio de factibilidad. Luego, evaluamos la cantidad de empleo directo e indirecto que se genera, así como también el que se crea durante la vida útil del proyecto. Por eso diferenciamos obra pública de infraestructura estratégica, que es la que determina posibilidades de la Argentina de tener o no éxito en la económica global. Las inversiones que se hagan ahora determinarán esa competitividad.
La nacion
Fuente: La Nación
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