Los intereses ocultos detrás de la Hidrovía
Con la nueva bicameral, el Congreso, liderado por la vicepresidenta y por Sergio Massa, recorre un camino contrario al habitual. Esta vez no transfiere facultades al Presidente, sino que se las quita. Las licitaciones son procesos administrativos propios del Poder Ejecutivo. El Legislativo puede controlarlos con posterioridad a través de la Auditoría General de la Nación. Pero no está previsto que ese monitoreo se ejerza mientras se está efectuando el acto de gobierno.
Más allá de las consecuencias que tenga en un negocio estratégico como el mantenimiento de la Hidrovía, lo que está a punto de completar el parlamento se convertirá en un antecedente de inimaginable trascendencia institucional.
La navegabilidad de los ríos es decisiva para la economía. La Argentina está lejos de los mercados hacia los que exporta. Pero compensa esa desventaja con el calado de un sistema fluvial que permite a los grandes barcos llegar a los puertos del litoral. Sobre todo, al de Rosario. El 50% de la producción de soja del país está a menos de 400 kilómetros de ese puerto.
El Paraná tiene un calado de alrededor de 25 pies, que habilita el ingreso de grandes barcos. Pero hay tramos donde se forman bancos que exigen el dragado permanente. Esa actividad la realizaba con mucha dificultad el antiguo Ministerio de Obras Públicas hasta que, en 1995, Domingo Cavallo privatizó el servicio a cambio de un peaje.
La concesión, que estuvo siempre en manos de un consorcio de los belgas de Jan de Nul y de la argentina Emepa, de Gabriel Romero, fue prorrogada en 2009. Esta ratificación fue parte de un escándalo, cuando apareció en los cuadernos de las coimas el nombre de Romero pagando a Cristina Kirchner 600.000 dólares a cambio de esa medida.
La facturación del peaje de la Hidrovía creció a la par de la expansión agropecuaria. Los 35 millones de toneladas que se exportaban a fines de los años ’80 son hoy 120. Los 1000 buques que transportaban aquella carga, pasaron a ser 4500.
La intervención de esa comisión en la licitación sirve para exagerar el estilo deliberativo del Gobierno. En ese cuerpo compiten varios proyectos.
Existe la presunción de que la estatización podría derivar en una posterior concesión a una empresa china, que evitaría así competir en una licitación internacional. La candidata es Shanghai Dredging, que contaría con el apoyo de Gerardo Luis Ferreyra, el empresario ultrakirchnerista titular de Electroingeniería y socio de los chinos en la controvertida licitación de las represas de Santa Cruz.
La presencia de China en el manejo de la Hidrovía roza la cuerda geopolítica.
…ahora que la decisión queda en manos del Congreso, las demoras pueden tomar toda una vida.
Fuente: La Nación
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