URGENTE: Apuraron una obra en Ezeiza por cuestiones proselitistas y causaron una tragedia.
Un andamio se vino abajo y causó la muerte de José Bulacio, de 50 años. Otro obrero está muy grave. Sus compañeros, entre los intentos de rescate y el pánico por la tragedia.
El ruido fue distinto. En la puerta del Zepelín, como en el Aeropuerto de Ezeiza todos llaman a la construcción, el estruendo fue diferente a cualquier ruido de obra. Y la nube que siguió después, ya no dejó dudas entre las 1.200 personas que ahí trabajaban. Algo muy malo había pasado. Hubo gritos, formas moviéndose en un fondo de polvo, también advertencias de empleados de seguridad de no tocar. Pero la desesperación estaba entre los obreros que buscaban a sus compañeros. Uno de ellos ya estaba muerto: era José Bulacio, de 50 años, capataz de la obra.
Un andamio se había derrumbado en la nueva terminal de partidas internacionales del Aeropuerto de Ezeiza, el “Zepelín”. Según la información oficial y los testigos, a las 16.20 una grúa “tijera” enganchó el andamio de al menos 16 metros y lo hizo caer. Las consecuencias fueron trágicas: Bulacio -empleado de la empresa TANE- murió en el acto y otros 13 trabajadores quedaron heridos. Luis Alberto Moreira, de 21 años, es el que más grave está.
En las últimas horas fue operado, su pronóstico es reservado y su lesión severísima. Tiene hundimiento de cráneo y perdió masa encefálica. Anoche, en la puerta del Hospital Interzonal de Ezeiza “Dr. Alberto Eurnekian” su papá, su esposa, sus tíos y primos esperaban novedades.
“Yo estaba trabajando y recibí una llamada al celular. Me dijeron que había tenido un accidente y que estaba en el hospital. Me vine directo. Todavía no lo vi”, dijo el papá de Luis a Clarín. Estaba vestido con ropa de fajina. Como su hijo, trabaja en obras en construcción. “Me dijeron que la operación puede durar cuatro o cinco horas. Estoy acá esperando”, agregó. En la misma situación, desperdigados en el hall de recepción y en la calle, había familiares y amigos de otros heridos. También, obreros cubiertos de polvo y algunos con lastimaduras en las caras. Ninguno quiso hablar, pero por lo bajo uno repetía: “Esto se podía prever. Pero escuchame, tengo razón, se podía prever”.
El Gobierno nacional planeaba inaugurar la nueva terminal antes de fin de año. El “Zepelín”, por su forma circular y sus tonos blancos, era construido por Aeropuertos Argentina 2000, bajo la supervisión del Ministerio de Transporte de la Nación. En los próximos días estaba pactado el final de la obra civil. Eso, para muchos trabajadores consultados por Clarín, tuvo influencia.
En un comunicado, la empresa concesionaria expresó que los trabajos de construcción quedaron suspendidos. Y agregó: «Lamentamos profundamente el fallecimiento del trabajador y acompañamos a su familia en este doloroso momento brindando todo nuestro apoyo».
“La obra se tenía que entregar este lunes y, para mí, quisieron hacer todo a la apurada, y así terminó”, dijo un empleado de limpieza, poco después de que todo cayera. Él, junto a otros compañeros escuchó primero el estruendo y después quedó atrapado en la nube. A su lado, otro trabajador, que también prefirió no identificarse, sumó sonido a la reconstrucción: “Fue como si una persiana gigante se estrellara contra el piso. Acá hay constante ruido, no te das cuenta de cuándo pasa algo y cuando no, pero esto fue distinto a todo”.
Uno de ellos estaba en un subsuelo, el otro en el acceso principal a la terminal nueva. Sus primeras imágenes fueron de desorden: personas bajo los escombros, andamios colgando y un ejército de obreros levantando placas de cemento, fierros y pedazos de durlock.
No pasó demasiado hasta que esas imágenes se viralizaron en redes sociales y en los canales de televisión, porque todos primero ayudaron y después tomaron sus celulares para registrar el desastre. En la pantalla del televisor de su casa Marta vio como su marido era rescatado por compañeros de la misma obra. Para ese momento, llevaba rato llamándolo a su celular. Ya sabía lo que había pasado. “El siempre me atiende enseguida. Pero acá no había caso. Llamaba, llamaba y nada. Cuando lo vi me desesperé”, dijo a Clarín, en la puerta del hospital de Ezeiza.
Su esposo Felipe Cáseres, de 45 años, seguía en observación. Había sufrido un golpe en el cráneo y tenía las costillas fisuradas. Ella estaba en shock y enojada: “Absolutamente nadie de la empresa me llamó para avisarme”.
Como primera medida, los heridos fueron tratados en la sala de sanidad del aeropuerto. Después, ocho fueron trasladados al hospital de Ezeiza. Según pudo saber Clarín, fueron todos varones de entre 22 y 54 años. Hasta el último parte de anoche, uno había sido dado de alta, dos derivados por su ART a la Clínica Santa Isabel de Flores, tres permanecían en observación y dos en terapia, incluido Luis, el más grave.
Si bien los testimonios coinciden en que todo se desencadenó a partir de una grúa tijera que enganchó el andamio, será la Justicia la que determinará con exactitud el grado de responsabilidades. El juez federal Federico Villena, de Lomas de Zamora, abrió una causa penal para investigar por qué se produjo el derrumbe. Él junto a peritos judiciales y de Bomberos recorrió el desastre. Ahí donde por un tiempo no habrá Zepelín que inaugurar ni nuevos trabajos.
Fuente: Clarín, La Nación
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