Hospital de Clínicas: el nuevo edificio iba a estar listo a fines de año, pero ni siquiera tiene presupuesto asignado
A fines de 2016, se había anunciado que el reconocido Hospital de Clínicas José de San Martín tendría un nuevo edificio, más moderno, justo detrás de su actual ubicación. El gobierno nacional, representado por el entonces ministro de Educación y Deportes Esteban Bullrich, y por el rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Alberto Barbieri, firmaron un convenio para avanzar con el proyecto que, se estimaba, quedaría finalizado a fines de este año. A la fecha, no hay presupuesto asignado para la obra ni hubo llamado a licitación para llevarla a cabo.
«El proyecto está en stand by», dijeron desde la Universidad. Y afirmaron que desde la institución cumplieron con lo que se habían comprometido. «Se hizo el relevamiento, sector por sector, de las necesidades del hospital y se presentó un anteproyecto para el nuevo inmueble», explicaron fuentes de la UBA a LA NACION. El ministerio, en tanto, debía ocuparse de la financiación del proyecto para el renovado hospital universitario de mediana y alta complejidad.
«Lo que se firmó fue un convenio marco. Es una etapa general que va determinando los pasos para llegar a los convenios específicos (no alcanzados), y más tarde a las instancias licitatorias y las adjudicaciones. En el proceso se realizaron estudios y consultas que, sumadas al cambio del costo del financiamiento, que condicionó la suerte de la amplísima mayoría de las iniciativas sustentadas por la modalidad participación público privada, aletargó los pasos», indicaron fuentes del actual ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación a cargo de Alejandro Finocchiaro. Y agregaron: «Hoy, la iniciativa no forma parte de la agenda de este período del Gobierno ni cuenta con reflejo presupuestario».
El destino de lo que sería el nuevo centro de salud, sobre la calle Paraguay entre Azcuénaga y Uriburu, no se modificó en nada: sigue siendo un estacionamiento. Sin dinero asignado, no hay indicios de una obra que prometía modernizar al Hospital de Clínicas, reconocido tanto por su labor médica como por su rol educativo. De acuerdo al proyecto inicial, en el nuevo predio funcionaría el nosocomio como tal. Los pisos superiores estarían destinados para internación, en tanto que en el resto del inmueble se llevarían adelante los servicios de diagnóstico, tratamiento y los quirófanos.
La idea era que el moderno inmueble se adaptara a las normas internacionales de salud, contara con tecnología de última generación y estuviera pensado en forma sustentable urbano arquitectónica, con entrada de luz natural y paneles fotovoltaicos para la generación eléctrica, entre otras características.
Una vez que el hospital se mudara, el tradicional edificio de avenida Córdoba al 2300, de unos 130.000 metros cuadrados distribuidos en 13 pisos y tres subsuelos, sería refuncionalizado, integrándose al denominado «Polo educativo» que comprende la zona de alrededor de la Plaza Houssay. En el viejo edificio se concentrarían, sobre todo, actividades de docencia e investigación. Además, parte del inmueble sería destinado como residencia universitaria para los alumnos.
Al momento de la suscripción del acuerdo, un grupo de estudiantes, docentes y trabajadores de la UBA se manifestó frente al rectorado de la institución para rechazar la cláusula quinta del convenio. En el mismo se establece que una vez operativo el nuevo hospital, la Universidad debe transferir, de manera gratuita, el dominio del terreno donde funciona el actual centro de salud al ministerio de Educación nacional.
Bullrich aseguró entonces: «Cuando abra sus puertas el otro hospital, [el viejo inmueble] va a transformarse en viviendas universitarias. No pensamos hacer otra cosa con ese edificio». El funcionario intentaba así desestimar un primer rumor que indicaba que en ese predio podía desarrollarse un proyecto inmobiliario y que de su venta saldría parte del dinero para la nueva obra.
El Hospital de Clínicas se terminó de construir en 1972 y fue pensado para su utilización en tiempos de guerra. Los grandes pasillos iban a permitir colocar, en caso de ser necesario, innumerable cantidad de camillas de un lado y otro de los corredores. Hoy, el hospital cuenta con unas 450 camas, de las cuales 120 son de alta complejidad.
Durante estos últimos años, se inició un proceso de refuncionalización del hospital que incluyó la elaboración de un Plan Maestro, según informó la UBA. Fue entonces que los expertos de la universidad recomendaron la construcción de un nuevo edificio. Al tratarse de una mudanza a un terreno libre, la obra no interferiría con el normal funcionamiento del centro de salud. Que el hospital continuara prestando servicio durante los trabajos era una de las ventajas del proyecto anunciado en 2016.
Aunque desde entonces no hubo más novedades sobre la obra, el hospital continuó con su plan de reacondicionamiento edilicio y compra de última tecnología, en parte con financiamiento propio del rectorado de la universidad más el aporte de distintas fundaciones y empresas. Una de las principales quejas entre los miles de asistentes que a diario concurrían al centro de salud solía ser el mal o nulo funcionamiento de los ascensores.
«Iniciamos una renovación de los ascensores por etapas. Hace alrededor de un mes inauguramos los primeros tres nuevos, que cuentan con tablero electrónico, cámara y ventilación, y la idea es alcanzar 13 o 15», contó a LA NACION el director del establecimiento médico, Marcelo Melo. En todo el hospital hay 26 ascensores, algunos de uso exclusivo para camillas, material patogénico y médicos, y actualmente funcionan 19, según indicaron.
El departamento de Diagnóstico por Imágenes, que cada jornada hace un promedio de 400 estudios, fue equipado con, entre otros instrumentos, un nuevo tomógrafo computado, cuatro equipos de digitalización y un mamógrafo digital. «Nunca hubo tantas compras de equipos como ahora», resalta orgulloso Mariano Sosa, a cargo del departamento. En el área de Medicina Nuclear continúan los trabajos para su modernización y se está terminando de calibrar un nuevo tomógrafo especial desarrollado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea).
El área de esterilización de insumos se encuentra actualmente en un proceso de renovación total. El sector donde funciona, en el piso 12, está en obra. Allí se instalarán lavadoras automáticas y los nuevos esterilizadores que suplantarán el trabajo manual de los profesionales.
Melo agregó: «Estamos haciendo una renovación completa de la guardia y vamos a triplicar las camas para ese sector. La sala de neonatología, en tanto, quedó a nueva, como el vacunatorio y terapia intensiva de pediatría». Respecto del inmueble, el directivo indicó que una vez finalizadas las reparaciones en la terraza, continuarán con el resto de la estructura. Algunas paredes dentro del hospital tienen la pintura saltada y, por fuera, hay señales de humedad. La iluminación en parte de planta baja y el primer piso mejoró gracias a la renovación de las tradicionales lámparas por luces led.
El hospital, en números
Por día, entre pacientes, médicos, docentes, familiares de los enfermos, alumnos y todo el personal suman 10.000 las personas que circulan por el hospital.
Durante 2018 hubo 350.000 consultas en consultorios externos. En promedio, 30.000 mensuales o 1000 diarias. Los servicios de diagnóstico por imágenes y urgencias fueron los que más consultas tuvieron.
El año pasado hubo 11.871 internaciones.
Se realizaron 8524 cirugías, 726 por mes.
En sus casi 40 aulas cursan por año 1500 alumnos de las ciencias de la salud.
Cuenta con residencias (posgrados) en 36 especialidades. Son 396 los residentes.
Se publican anualmente 200 trabajos científicos en revistas. Se desarrollan 48 ateneos semanales y los profesionales del hospital participan en unos 400 congresos y reuniones científicas que se desarrollan tanto en el país como en el extranjero.
Fuente: La Nación
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