La construcción se enfrentan a otro año negativo
El 2018 cerró con números negros para la construcción y la industria. La producción manufacturera cayó 5%, mientras que la construcción, que había arrancado el año fogoneada por el boom de los créditos UVA, perdió 20,5% en diciembre y cerró el año con un magro 0,8%.
Para este año las expectativas de los dos sectores son pobres. La industria prevé una caída fuerte en el primer trimestre y luego una recuperación paulatina, que la llevará a cerrar el año con una baja del 1,5%. Desde la construcción se espera que la actividad toque piso durante el resto del verano y que se mantenga estancada en los meses siguientes, con bajas chances de reactivación.
«La industria y la construcción todavía no han alcanzado un piso, el cual estimamos llegue durante el primer trimestre», planteó la consultora Ecolatina. La caída del salario real, que persistirá al menos hasta abril, y las altas tasas le restarán chances a la industria. «El único driver que podría impulsar al sector es la mejora cambiaria (las industrias con mayor potencial exportador y de sustitución de importaciones crecerán este año), pero luce insuficiente», señalaron.
Para la construcción, «la inversión privada paralizada y el retroceso de la obra pública en el marco de un camino hacia el equilibrio fiscal auguran un año en rojo. De hecho, este sector será uno de los más castigados en 2019, a diferencia de lo ocurrido en los últimos años electorales, cuando se configuró en motor de la economía», sostuvieron.
Pablo Dragún, director del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (UIA), apuntó que para su sector «el primer trimestre va a ser negativo, con una caída en torno al 6%». Dragún explicó que hay una razón estadística en esa baja ya que la base de comparación -el primer trimestre de 2018- había sido un período muy bueno. «Crecía la producción de cemento por la demanda de la construcción y la de acero por Vaca Muerta y las automotrices».
«En el segundo semestre la cosa debería mejorar en parte por el efecto estadístico de que esta vez se estará comparando contra una base de actividad ya en caída y por ciertas mejoras en el poder adquisitivo. Las exportaciones y la molienda de oleaginosas también van a colaborar». Para todo el año, «si la macro va ayudando un poco a la política productiva, la caída de la industria será de 1,5%». Si no hay mejoras en la economía, «el número final puede estar un poco más abajo».
Para Julio Crivelli, presidente de la Cámara de la Construcción, «el panorama es duro. La nuestra es una actividad procíclica: cuando hay problemas en la macro, los primeros en sentirlo somos nosotros».
En 40 años, sólo en dos ocasiones el valor de las propiedades cayó fuerte
La construcción se mueve en un 25 a 30% por efecto de la obra pública y el resto por obra privada. El plan déficit cero le puso un amplio compás de espera a la inversión pública. Del lado privado la parálisis en parte es consecuencia de las altas tasas que compiten contra cualquier otra inversión. Además, Crivelli remarcó que «las elecciones son un factor negativo porque producen incertidumbre. Hay un proceso de ‘esperar y ver’ y a eso se suma la recesión actual».
Según Crivelli, la construcción «está relativamente cerca del piso de la caída, pero después vamos a recorrer ese piso durante 2019, en una suerte de estancamiento. Esperamos recuperación de la actividad a partir del segundo trimestre».
Crivelli descarta que este año se reproduzca el escenario previo a todos los procesos electorales: un aumento de la obra pública para apuntalar los votos. «Si hay reactivación de la obra pública no será significativa. No va a cambiar el amperímetro del sector. No sé si cambiará el amperímetro del voto».
La única carta a la que apuesta el sector es la de los beneficios impositivos. «Si el Gobierno quisiera reactivar la actividad podría hacerlo con desgravaciones para nuevos proyectos financiados con UVA para la compra de viviendas de menor valor. Estamos conversando con el Gobierno sobre el tema». Una posibilidad sería que se reduzca el IVA para los departamentos chicos a estrenar.
Con respecto al empleo, las perspectivas son disímiles. Del lado de la industria, que perdió 60.000 puestos el año pasado, la visión es que la sangría podría mermar este año. «No creo que caiga más el empleo. En 2018 la baja fue muy pronunciada, especialmente en los últimos cuatro meses», dijo Dragún.
Desde la construcción la visión es más sombría. El año pasado, el envión del primer semestre alcanzó para que el empleo formal creciera 4%. «Aún no tenemos los datos del último mes, pero evidentemente el empleo está cayendo y eso seguirá así por un tiempo», admitió Crivelli.
Fuente: Clarín
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