Después de 21 años, reabre un sector de la Confitería del Molino
Luego de 21 años, clausurada y abandonada, la Confitería del Molino abrirá por primera vez sus puertas durante la Noche de los Museos, en noviembre.
Se podrán recorrer gratuitamente el salón de baile y el local inaugurado por inmigrantes italianos hace más de un siglo. La visita permitirá recrear las costumbres del lugar, situado frente al Congreso Nacional, por el que pasaron famosos personajes de la historia argentina.
Un equipo de 22 expertos repara el edificio de casi 7000 m2, una obra centenaria cuyo autor fue el arquitecto Francesco Terenzio Gianotti. A pesar de que los sucesivos gobiernos promulgaron leyes para recuperarla, ninguna de ellas se concretó. Hasta que en julio pasado, por la ley de expropiación de 2014 la Cámara de Diputados se hizo cargo del proyecto en conjunto con los gobiernos nacional y porteño.
Prevé para principios de 2019 un llamado a licitación para la realización de las obras de mayor envergadura, cuyo costo y tiempo de duración aún no han sido estimados, informó a LA NACION durante una recorrida por el edificio Ricardo Angelucci, secretario técnico administrativo de la Comisión Bicameral Especial Administradora del Edificio del Molino. El presidente de la comisión, Daniel Filmus, suscribió un convenio con universidades estatales para avanzar con los trabajos.
Hasta ahora, se solucionaron los problemas de seguridad del inmueble situado en la esquina de Rivadavia y Callao. Y se empezaron a recuperar las aspas del molino, la cúpula, los pisos, las puertas y 85 metros cuadrados de vitrales. En el exterior, se repara la vereda, peligrosa de transitar; se eliminó la lona que envolvía la fachada y se realizó un relevamiento del frente gracias a un dron que toma imágenes para analizar patologías. Además, fueron arregladas grietas y fisuras.
La aguja de la cúpula, oxidada e inestable, fue retirada para su puesta en valor. Las aspas del molino harinero, símbolo del lugar, volverían a girar. Los expertos también descartaron conexiones ilegales, mientras que abandonaron el lugar los inquilinos que moraron allí los últimos años.
El edificio, una joya de la arquitectura art nouveau inaugurada en 1916 y cerrada desde 1997, está compuesto por tres cuerpos, de cinco plantas y tres subsuelos cada uno. Son un total de 12 departamentos; los más grandes y lujosos dan sobre Callao. En la Noche de los Museos, el público tendrá acceso al primer piso -donde estaba el salón de baile- y a la planta baja, donde funcionaba la confitería. En el salón, bajo varias capas de pintura, se aprecia la madera original de la boiserie. También el piso de roble, tapado por otra madera más económica durante los 80, cuando luego de la quiebra se convirtió el salón en una discoteca y la confitería, en un despacho de comidas rápidas al paso. En el lugar utilizado para fiestas se destaca además un vitral en el techo, azul y marrón cobrizo, característico de la época. Tanto este como los de la marquesina se restauran en un taller instalado en el segundo piso. Allí se clasifican y se rearman, como si fuera un rompecabezas luego cosido con hilos de plomo.
En la confitería, los visitantes verán los mostradores que exhibían los postres que hicieron célebre al bar, como la Copa Melba. Allí también se reconstruyeron materiales, mármoles y bronces, y se realizaron falsos acabados. En un futuro, llamarán a licitación para que gastronómicos privados ofrezcan un menú similar al ideado por su primer dueño, Cayetano Brenna. El salón de baile continuará vinculado a la confitería y se montarán un museo cultural y un museo del sitio en alguno de los departamentos; la ubicación definitiva no está estipulada aún. Además, se repararán los ascensores originales de ambas entradas.
El equipo trabaja en la recuperación de la vajilla y demás piezas de época. Algunas permanecen en manos de los anteriores dueños, a quienes el Estado les compró el inmueble por $180 millones. Durante los últimos años ingresaron vándalos que sustrajeron bronces e intentaron robarse la marquesina. Según Mónica Capano, asesora de la comisión, encontraron dos pianos, bandejas de cartón con el logo de la confitería, moldes y los recetarios originales de 1908. «Pedimos que quienes tengan historias vinculadas a Del Molino o posean elementos del bar se acerquen a la cámara para reconstituir su historia», agregó la experta en patrimonio.
En cuanto a los departamentos, cuyo destino tampoco fue definido todavía, los que dan sobre Callao conservan antiguas máquinas de lavar ropa y secadoras. El patio central, pulmón de los tres cuerpos, exhibe mayólicas originales. En el interior varios pisos fueron tapados con alfombras, las cuales se van retirando para volver a exhibir los originales. Y a los azulejos franceses con guardas pintadas a mano se los limpia con sumo cuidado.
Fuente: La Nación
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