El crecimiento inteligente de las ciudades
El objetivo es mejorar el modo en que se construyen y administran urbes como Córdoba, Mendoza, Puerto Madryn, Resistencia y Catamarca.
En general, las ciudades del interior crecen el doble de rápido en expansión por sobre el crecimiento de población; eso es insostenible en el tiempo», dice Gabriel Lanfranchi, director del programa Ciudades de Cippec, el think tank que implementará hasta 2020 el Plan Ciudad Inteligente y Economía Colaborativa. El proyecto, con un fondeo de US$3,5 millones -la mitad, una donación de BID-Fomin- dura dos años y trabajará con Puerto Madryn, Mendoza, Córdoba, Resistencia y Catamarca para que desarrollen soluciones estratégicas a sus problemas de urbanización. Primero, se realizará un diagnóstico perceptivo a partir de entrevistas a ciudadanos y reuniones con referentes locales; luego, se hará un diagnóstico técnico sobre la expansión de los aglomerados y el uso del suelo y finalmente, se realizarán talleres multisectoriales. En la resolución de los problemas, se recurrirá a iniciativas de economía colaborativa y se capacitará a quince emprendedores locales elegidos por concurso para acelerar sus proyectos en este sector.
Según un estudio del Laboratorio Urbano Digital de Cippec, algunas de las características estructurales de estas urbanizaciones presentan problemas. Por ejemplo, Puerto Madryn está agotando su espacio para expandirse bajo la meseta patagónica. El incremento del área urbana entre 2006 y 2010 fue del 4,62 por ciento anual, muy por encima del incremento poblacional lo que implicó un avance muy importante sobre las tierras de la meseta, en muchos casos informal. En Mendoza cuya expansión urbana se realiza a expensas del oasis -en una provincia en la que solo el 4 por ciento de su superficie tiene acceso al agua-; los desarrollos inmobiliarios están consumiendo tierra productiva y ambientalmente compleja, lo que genera riesgos. En Córdoba se consume suelo para construir urbanizaciones cerradas en la periferia, y además hay una gran dificultad para financiar la obra pública, por lo que existe la necesidad de crear asociaciones público-privadas. En el caso de Catamarca, la construcción de planes de vivienda social a gran escala creó una gran ciudad satélite dormitorio en el Gran Catamarca, lo que implica que las personas que viven allí recorran largas distancias hasta sus lugares de trabajo o esparcimiento.
El modelo propuesto apunta a mejorar el modo en que se construyen y administran los espacios urbanos. Para Lanfranchi, el desarrollo integral de una ciudad es lo que la hace inteligente. ¿Cómo se logra? Incorporando a la planificación y a la gestión urbana-territorial las dimensiones económica-productiva, la social, la ambiental, el sistema urbano y el territorio. «Una ciudad inteligente aprovecha al máximo los recursos físicos y humanos que tiene y los pone en valor», define.
La planificación urbana es clave para mejorar la forma en la que crecen las ciudades argentinas. Cippec estudió 33 aglomerados urbanos, entre 2003 y 2016 y concluyó que las ciudades argentinas crecieron en promedio el doble en territorio más que en habitantes, con picos de hasta seis veces, expansión urbana que es perjudicial para el desarrollo de ciudades equitativas, resilientes y con una gestión eficiente del espacio. Las recomendaciones internacionales en materia de hábitat remarcan la necesidad de lograr ciudades más compactas e integradas con menos suelo urbano ocioso y socialmente integradas.
Según Cippec, hay que revertir este modelo de crecimiento que es característico de América latina. Es disperso, desorganizado y discontinuo y eleva el consumo de tierra por habitante, encarece los costos de infraestructura y equipamiento y restringe el acceso al suelo por dinámicas de mercado que elevan el precio de la tierra. «Se necesitan políticas integrales de hábitat y de planificación urbana que vayan más allá de las urbanizaciones emergentes, resolver problemas de competencias nacionales provinciales y municipales y definir el rol de organizaciones sociales que también producen hábitat, como organizaciones civiles y empresas», explica el especialista. La expansión desmesurada de la mancha urbana impacta negativamente en la economía y en la administración de los municipios: eleva el costo de la provisión de servicios para el área urbana, genera ineficacia en la gestión, favorece procesos de segregación social y consume suelo que debería cumplir funciones ambientales o que podría destinarse para usos productivos, como la producción de alimentos.
Fuente: La Nación
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