Autopista Rosario-Santa Fe. El fracaso de una concesión
«La provincia se hará cargo de la repavimentación de la autopista, obra que le hubiera correspondido al concesionario».
La provincia concesionó en 2010 por diez años la autopista Rosario-Santa Fe, de 157 kilómetros de extensión y por la que transitan anualmente unos 16 millones de vehículos. Esta concesión fue adjudicada al consorcio Arssa, conformado por las empresas Rovial, Milicic, Pecam, Obring, Laromet y Vial Agro. Algunas de estas firmas son además grandes beneficiarias de la adjudicación de millonarias obras públicas. Se la presentó por ese entonces como una licitación modelo. Hasta se habló de una «autopista inteligente», un «corredor ecológico»—con la implantación de miles de ejemplares de árboles a lo largo de la traza— e incluso se prometió construir «un tercer carril».
El contrato de esa concesión establecía que los privados a cambio del cobro del peaje debían repavimentar la totalidad de la traza durante los primeros cinco años. Sin embargo, pasado seis años, es decir a mediados del año pasado, sólo realizaron menos del 30% de esa obra. Y no sólo que incumplieron su obligación en tiempo y forma, sino que comunicaron al Estado que el contrato era «inviable» y que no completarían los trabajos faltantes. Una autopista que al día de hoy y tras los años de concesión se encuentra en estado deplorable, sin señalización y con la carpeta asfáltica destruida (llena de baches y hundimientos), poniendo en peligro la vida de quienes la transitan.
Llamativamente, en lugar de rescindirle el contrato por incumplimiento y ejecutar los fondos de garantías y dejar abierta la vía para reclamar los daños y perjuicios que el mismo ha ocasionado a la provincia, se optó por concluir el convenio por decreto a fines de 2016 de forma anticipada y de «mutuo acuerdo», dejando en manos de estas mismas empresas la recaudación del peaje hasta que llegue la nueva concesionaria, con la única contraprestación de mantener los puestos de trabajo y cortar el pasto en las banquinas.
De esta manera, el gobierno santafesino decidió que se hará cargo del total de las obras, las cuales le hubieran correspondido realizar al concesionario, que ni siquiera fue penalizado.
A principios de febrero se abrió la licitación para repavimentar con fondos públicos un primer tramo de 50 kilómetros de la autopista, con una inversión de 297 millones de pesos. Y, para sorpresa, resulta que algunas de las empresas concesionarias que incumplieron con la repavimentación, aparecieron como oferentes de esta obra pública para que el Estado les vuelva a pagar lo que ya cobraron con el peaje y no hicieron. Es que de las siete ofertas presentadas en esta licitación, la más baja correspondió a la UTE Laromet-Vial Agro, dos de las firmas integrantes de la concesionaria que ahora cayó en desgracia.
Así, la provincia lanza una nueva licitación para la concesión de la autopista (la apertura de ofertas será a mediados de marzo), donde ahora el privado sólo se limitará al cobro del peaje, mantenimiento, señalización y servicio de auxilio, dejando las grandes inversiones de infraestructura y repavimentación a cargo del Estado, que deberá destinar para ello millonarios fondos públicos. Es decir, el nuevo concesionario ganará dinero casi sin inversiones (ahora sí amparado por el contrato) y la provincia hará las obras.
Y por si fuera poco a esta altura, el ministro de Infraestructura santafesino, José Garibay, afirmó que «esas empresas (que conformaban la concesión rescindida) son muy serias, realizaron importantes obras en nuestra provincia, no son improvisadas ni oportunistas, así que no vemos impedimentos para que se presenten en una nueva concesión de la autopista». Es decir, las firmas incumplidoras pueden volver por la puerta giratoria y convertirse nuevamente en concesionarias de la autopista.
Si el caso del Correo Argentino –que estuvo en manos del grupo Socma (Sociedad Macri)— es uno de los casos paradigmáticos a nivel nacional del Estado bobo, ese lugar a nivel provincial bien podría estar ocupado por la concesión de la autopista Rosario-Santa Fe. ¿Qué es un Estado bobo? La secuencia de hechos que involucran a esta autopista durante los últimos seis años lo explica en toda su magnitud. Es que deja al desnudo algunas de sus partes más íntimas.
Fuente: La Capital (Santa Fe)
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Calamitoso estado del acceso a galvez km 96 de la autopista un peligro mortal: baches, carpeta asfáltica sin demarcar, cero iluminación, huellones en todo el tramo