Córdoba Planificación de desagües en el Arroyo La Cañada
Un estudio realizado por el Ejecutivo en 2013 plantea todos los problemas de desagües que tiene Córdoba, pero no avanzó en el Concejo.
Una investigación realizada por la Dirección de Planeamiento Urbano de la Municipalidad en 2013 explica en detalle cada uno de los graves problemas que tiene Córdoba en materia de desagües y escurrimiento de aguas. Asimismo, en lo que respecta a la cuenca del arroyo La Cañada, habla de la necesidad de generar una ordenanza para determinar acciones de regulación, y de acelerar de manera urgente estudios de diagnóstico, participación y planificación urbana.
Sin embargo, a pesar de que proponía acciones a corto y mediano plazo, nunca avanzó en el Concejo Deliberante.
La investigación, llamada “Documento de Estudio Cuenca Arroyo La Cañada”, divide la ciudad en 24 zonas y analiza puntualmente la situación de escurrimiento de agua en cada una de ellas. Entre los problemas detectados habla de lagunas de retardo faltantes, de otras mal mantenidas y de una serie de expropiaciones que son necesarias para evitar los graves anegamientos.
Por ejemplo, cuando analiza la llamada “zona 8”, al sur de la avenida de Circunvalación y al oeste de la ruta 9 norte, dice que no cuenta con obras de infraestructura de almacenaje y “las canalizaciones son precarias” para sacar el agua de zonas muy pobladas como Villa Bustos y Villa Boedo. Dos de los barrios afectados por las tormentas de este febrero.
En la “zona 9”, en el extremo sureste de la ciudad, refiere como “graves” los problemas de anegamiento y de muy baja pendiente en Ferreyra y en José Ignacio Díaz III sección. Para solucionarlo, propone sumar sistemas de conducción y amortiguamiento y la necesidad de la construcción de un conducto troncal. Que no ha sido hecho.
En la “zona 11”, que abarca barrios como Carbó, Comercial e Inaudi, entre muchos otros, dice que se han hecho obras de drenaje, pero que sólo sirven de “paliativo”, para “sectores muy puntuales”. Menciona, asimismo, la necesidad de “expropiaciones, cesión de tierras y obras troncales de importante envergadura”. Y agrega: “Debe quedar en claro la importancia de la problemática de esta zona, ya que involucra una muy importante cantidad de barrios, los cuales son muy populosos”.
Respecto de otra de las zonas, “la 13”, predominantemente rural en el extremo suroeste, el estudio expresa de forma tajante: “Debe entenderse que para lograr soluciones de fondo y sustentables en el tiempo, las inversiones deberán llegar inexorablemente”.
El desastre de Colón arriba. Para la zona de la Quebrada del Infiernillo, identificada como “zona 16”, que es donde se levantan las torres colindantes al nuevo nudo vial, la investigación es muy crítica. Puntualmente respecto de los nuevos desagües, dice: “Este conjunto de obras no parecen tener coherencia dimensional que garantice la correcta circulación del agua. De ser así, provocaría anegamientos en las zonas colindantes”. Precisamente éste fue uno de los sectores más afectados por las inundaciones del 7 y el 15 de febrero pasado.
Leticia Gómez, actual directora de Planeamiento Urbano de la Municipalidad, explicó que el proyecto citado no avanzó básicamente porque “se decidió encarar algo mucho más integral en materia de planeamiento urbano”. Gómez habla de “un plan mucho más abarcativo”. La idea es actualizar tres viejas ordenanzas (de 1986) referidas a regulación, fraccionamiento y ocupación del uso del suelo, con el objetivo de que funcionen nuevamente como un sistema de normas, como habían sido pensadas en la época de Mestre (padre). “El problema es que con el paso de tanto tiempo, se cumplieron ya 30 años, se perdió el carácter sistémico de aquellas ordenanzas, y eso es lo que hay que recuperar”, dijo Gómez.
Con ese norte, “ya se aprobaron dos ordenanzas a fines del 2015 (la 12.483 y la 12.399) y se está avanzando en otros proyectos más particulares que tienen distinto grado de avance”, amplió la funcionaria.
El proyecto fue elaborado por el anterior director de Planeamiento Urbano municipal (hasta 2013), José Calviño, y por el arquitecto Adrián Ghibaudo. Además de una larga lista de obras de infraestructura, propone un enfoque alternativo: “SUDS” (Sistema Urbano de Drenaje Sostenible), que consiste en reproducir, de la manera más fiel posible el ciclo hidrológico natural previo a la urbanización. El objetivo es promover y maximizar la captación y filtración del agua de lluvia en el lugar donde cae, de forma de impedir o retardar el escurrimiento pendiente abajo, que es el gran problema en Córdoba cuando llueve.
Para el biólogo Federico Kopta, las últimas inundaciones tienen varias causas, pero una que es clave se llama “cemento”. “La cantidad de cemento que se va poniendo sobre el suelo, sustituyendo vegetación, implica más agua en la calle”, dijo. Eso es inexorable.
Otro punto es el ordenamiento territorial. “Se han hecho barrios en lugares inundables y se ha ido avanzando sobre los cursos de agua (como La Cañada, el Infiernillo y el propio Suquía), pero el agua, cuando llueve como ahora, busca esos cursos”, detalló el biólogo.
Un tercer punto lo conforman los desagües. “Como estrategia, hay que canalizar el agua por algún lugar, pero faltan desagües o hay que repararlos”, dijo advirtiendo que, antes de eso, “hay que proteger las partes más altas alrededor de la ciudad para que, a su vez, allí, se vaya reteniendo el agua de las lluvias”.
La falta de desagües es compartida por Osvaldo Barbeito, geólogo y autor de varios trabajos relacionados con el escurrimiento del agua en la ciudad. “Hacen falta más obras de desagües. En casos de tormentas como las que tuvimos, si los desagües fueran los adecuados, sería mucho menor la peligrosidad”.
Respecto de la planificación, Barbeito explicó que hay lugares que no han sido correctamente planeados. “Barrios nuevos cerca del arroyo de La Cañada, por ejemplo”.
El geólogo vuelve a plantear el problema de la “impermeabilización del suelo”, a partir de la construcción sin freno.
Un párrafo aparte merece el elogio de Barbeito a quienes diseñaron La Cañada. “Hay que sacarse el sombrero porque está sobredimensionada. La ciudad, desde que se hizo, se extendió mucho, pero se sigue comportando muy bien”, dijo.
Joaquín Peralta, arquitecto miembro del Grupo de Desarrollo Urbano de la ONG Nuestra Córdoba, dijo que las inundaciones se deben a una “crisis de planificación”. “Más allá de alguna pequeña falla puntual de desagüe, hay problemas en los servicios de transporte, en las cloacas, con los residuos”, expresó.
“Hay problemas de gestión que es una herencia histórica de falta de previsión en la infraestructura central. No sólo está involucrado el Estado, sino el mercado inmobiliario. Seguir ocupando a baja densidad con pavimento es preocupante”, dijo. Para el futuro, no es optimista. “Evidentemente vamos a tener problemas mayores: si 1.000 hectáreas se lotean y dejan de ser superficies absorbentes, es fácilmente previsible que habrá problemas. No es sólo que llueva más, sino que se absorbe menos. Está llegando el agua a zonas del Centro donde antes no llegaba. Se están urbanizando áreas que no deberían. Y no hay espacios verdes, que son vitales área de absorción de crecientes”, explicó.
Respecto de los desagües, “se están calculando en base a lo que ya existía, sin tener en cuenta las nuevas urbanizaciones”.
La Cañada de Córdoba
Es el encauzamiento parcial del arroyo Suquía que cruza de suroeste a norte la ciudad de Córdoba, Argentina. Se origina en el espejo de agua La Lagunilla, al suroeste, cerca del Valle de Paravachasca. Las aguas de La Lagunilla proceden de las lluvias en los faldeos de la Sierra Chica cordobesa. Las aguas de La Cañada desembocan en la margen derecha del Río Suquía.
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