La agenda del acero para la próxima década
Los empresarios siderúrgicos piden menos Estado y corrección cambiaria, pero también protección frente al avance comercial de China.
Otro ciclo. Rocca (Techint) resumió las demandas empresarias.
Se viene un cambio de modelo económico y político en la región. El Estado redistribucionista dará un paso al costado y los empresarios volverán por sus fueros. Con la misma contundencia con la que en los tiempos de Fernando de la Rúa anticipó que había que salir de la convertibilidad, el presidente del grupo Techint, Paolo Rocca, sintetizó el programa de los poderosos industriales latinoamericanos del acero para la próxima década.
Retirada parcial el Estado, corrección cambiaria, ajuste del gasto público y baja de impuestos, mayor apertura a países con “economías de mercado” y un cambio sustancial en el actual esquema de distribución del ingreso. La transición de un “modelo de consumo hacia uno de inversión” es la consigna de este complejo económico para atravesar el “cambio de ciclo” que enfrenta la economía latinoamericana por la caída en el precio internacional de las materias primas.
Al dar las hurras al modelo de los últimos 15 años, los industriales no dejan de reconocer, como lo señaló Rocca, las históricas tasas de crecimiento que experimentó el sector durante ese período. En el caso de Argentina, aun con las dificultades actuales, esa herencia es más potente.
Según los datos de la industria, no sólo es el único país sudamericano que no se reprimarizó, ya que mantuvo constante la participación de la industria en el PBI, sino que logró estabilizar el consumo interno en el actual contexto global adverso. Esto merced al mayor gasto fiscal en obra pública, al plan Procrear, a los programas de incentivo al consumo que protegieron a los fabricantes de artículos de línea blanca, a la administración del comercio exterior y a la inversión de la estatal YPF en Vaca Muerta.
De hecho, el “entierro del populismo” que proponen los hombres del acero no incluye a todos los componentes de ese modelo. Para los próximos años piden que la protección estatal se enfoque en China, el gigante que amenaza al mundo siderúrgico con su enorme sobreproducción. También que el gasto público se vuelque a planes de infraestructura demandantes de acero y que el sector público y privado acuerden un programa de reindustrialización basado en estimular el consumo de productos siderúrgicos por vía del fortalecimiento de la cadena de valor metalmecánica.
Eludir al “diablo”. El concepto de integración regional también se resignifica hacia un fortalecimiento del comercio intrarregional, que involucre una nueva estrategia de inserción en la nueva geopolítica comercial del mundo. Esto significa buscar aliados y financistas que permitan eludir “el pacto con el diablo” que denunció Rocca: la “invasión china” condicionada por los paquetes financieros y de inversiones que actualmente negocia cada gobierno del subcontinente en forma separada con el gigante asiático.
Este diagnóstico y el nuevo programa fueron desplegados en la reunión número 56 del congreso de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) que se realizó esta semana en Buenos Aires.
En ese marco, la organización que nuclea a las empresas que producen el 95% del acero del subcontinente, entre empresas de origen local y otras integradas a multinacionales, pidió que los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) rechacen el reclamo del gobierno chino de obtener el reconocimiento como economía de mercado. Firmaron una declaración junto a ocho entidades colegas de Norteamérica y Europa. Temen que un cambio de estatus limite la posibilidad de demostrar que la industria siderúrgica china apela al dumping para volcar su enorme excedente de producción de acero, que hoy llega a más de 400 millones de toneladas.
El contexto en el que se encendió la alarma de los productores latinoamericanos es el de un brusco cambio de época en la economía mundial, que impacta fuerte en la región. Desaceleración de la economía mundial, freno de los países emergentes, reducción a la mitad de los precios de las materias primas, revaluación del dólar y guerra de devaluaciones en los países en desarrollo.
En el caso del mercado del acero este panorama se despliega sobre un nivel de sobreproducción de 700 millones de toneladas anuales, de las cuales un tercio corresponde a los inventarios de las empresas estatales chinas. Para dimensionar, Argentina consume 5 millones de toneladas de acero por año y la producción de América latina es de 64 millones de toneladas.
“En un mercado mundial en el que todas las empresas ajustan y paran plantas por la sobreoferta, China cada vez produce más y exporta más, lo que sólo se explica porque esas empresas, la mayoría propiedad de Estados provinciales chinos, no se manejan con las mismas reglas del resto”, explicó Martín Berardi, director de Ternium y presidente de Alacero. En 2014, citó, las importaciones latinoamericanas de productos siderúrgicos chinos fueron de 9 millones de toneladas, un 13% más que el anterior. Pero la magnitud del problema crece cuando se considera toda la cadena de valor metalmecánica. “La importación de esos bienes llegó a 84 mil millones de dólares en 2013”, explicó.
En América y Europa se multiplican los pedidos de medidas antidumping contra las importaciones de ese origen. “No queremos proteccionismo pero sí nivelar el campo de juego”, protestaron.
Nuevo mapa comercial. El capítulo chino aparece como el más caliente de una agenda más densa, moldeada por la reconfiguración del mapa económico global.
El brasileño Antonio Prado, secretario adjunto de la Cepal, repitió el diagnóstico que ese organismo realizó hace ya unos años. Hay movimientos tectónicos en el mundo que involucran el reordenamiento de la geopolítica comercial, con tratados como el que recientemente firmó un grupo de países del Pacífico; el desacople entre la economía financiera y la real; la revolución tecnológica; la tendencia a la desigualdad; la transición demográfica a distintos ritmos; la creciente urbanización y la vulnerabilidad al cambio climático.
En ese contexto, la caída de los precios de las materias primas pone el freno al ciclo de expansión en América latina. Período en el que, aceptó Prado, no se hizo lo suficiente para reducir los niveles de desigualdad y cambiar la matriz productiva.
Un trabajo de cinco años encomendado por Alacero en los cuatro principales países productores siderúrgicos de la región (Brasil, México, Argentina y Colombia) lleva ese panorama al terreno sectorial.
El estudio concluye que la economía de la región se reprimarizó durante los últimos 15 años , con una caída global de la participación de la industria en el PBI. Brasil, donde el complejo manufacturero pasó de representar del 18% del PBI en 2004 a 11% en 2014, fue el caso más notorio.
El trabajo, que en Argentina estuvo a cargo de Bernardo Kosacoff y Dante Sica, exceptúa a la Argentina de este proceso. Un tema no menor a la luz de los actuales debates electorales. La industria mantuvo su nivel de participación durante todo el período. ¿Por qué? Por la administración del comercio exterior, respondió Martín Berardi, de Ternium.
La del acero, como la el petróleo y los alimentos, es una industria históricamente ligada a la geopolítica mundial. Son rubros asociados a las grandes pujas de la era industrial y sus miradas reflejan diagnósticos estratégicos y planes concretos para participar en la puja distributiva. La relación con China y la queja por la reprimarización económica involucra en este caso un foco de tensión con el poderoso sector de agronegocios. La forma de resolverlo, en los papeles del trabajo encargado por Alacero, es integrar al agro al plan de reindustrialización que promueven para la región. De hecho, la cadena de agronegocios es consumidora de productos siderúrgicos metalmecánicos.
En el capítulo argentino, la recomendación de política económica que dejó Alacero es una mejora en el tipo de cambio, promoción de inversiones, reducción impositiva y de costos de logística, protección contra “la competencia desleal” y “movilidad laboral”.
José Giraudo, de Acindar (Arcelor Mittal), concluyó: “Lo que vamos a ver es una transición de un modelo orientado al consumo hacia un modelo orientado a la inversión. Y admitió que “esto puede tener un efecto transitorio que obligará a ajustarse a la coyuntura”.
Si el complejo del acero creció en la era del consumo, ahora va por el mercado de la inversión. El negocio energético es uno de los que está en la mira. El congreso realizado en Buenos Aires le dedicó varios de los paneles principales.
La exposición de Miguel Galuccio, presidente de YPF, fue una de las más esperadas. La recuperación estatal de la firma petrolera y la intervención del Estado para desacoplar el precio interno de la caída en el internacional, alumbró un plan de inversión que ayuda a sostener la demanda de productos siderúrgicos.
El efecto Vaca Muerta. El ejecutivo trazó un panorama alentador al respecto, con la exploración y explotación de Vaca Muerta como el “gran supermercado” de negocios para la industria nacional.
En la coyuntura, depende de que el precio interno del barril se mantenga 30 dólares por encima de la cotización en el resto del mundo. Como antes se desenganchó de las subas, dijo, ahora hay que desconectarse en la baja. Esto permitirá avanzar en el proceso de desarrollo de un sector que, aseguró, explicará “gran parte del PBI argentino en la próxima década”.
Como señaló Ramón Espinasa, del BID, la guerra de precios en el mercado petrolero entre el fracking estadounidense y Arabia Saudita no termina de encontrar el equilibrio. Pero para Galuccio, en cinco años, “el precio del crudo volverá a estar por encima de cien dólares”.
Ese horizonte es parte de la apuesta a la otra gran frontera de los negocios petroleros globales: la desregulación del mercado energético de México. Manuel Molano, del Instituto Mexicano de la Competitividad, explicó la marcha de ese proceso. Desde un paradigma totalmente distinto al de YPF, el de la privatización, promete una demanda jugosa de productos siderúrgicos. Y la avidez de negocios es más heterodoxa que las doctrinas.
En ese punto se paró Prado, de la Cepal, al cabo de un contrapunto que mantuvo con el economista de Harvard Ricardo Hausman, quien celebró, junto con el público presente, “el fin del populismo” en la región. El cepalino le pidió superar esas viejas antinomias y apostar a una política de desarrollo inclusivo con participación estatal y privada.
“Ustedes son un ejemplo, si en América latina hubieran primado las políticas neoliberales cuando se inició el desarrollo la siderurgia, acá estarían sentados los ganaderos, los productores de café o los empresarios de la actividad primaria”, les advirtió a los siderúrgicos. El auditorio aplaudió a Hausman.
La Capital
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